Thursday, December 28, 2006

El síndrome de la mosca electrocutada


Hay momentos, dolores, personas y lodo en la vida que se deben -o deberían- trascender para sanear lo que aún se pueda y mirar otros sitios, jugar con otras metáforas... hay situaciones que definitivamente son irreversibles y, aunque el sentimiento esté como un foco prendido, no quiere decir que te debas acercar de nuevo a esa luz aunque ésta te provoque una inmensa fascinación. Sin embargo, habemos personajes que, parecidos a esos insectos hipnotizados por el azul eléctrico de una lámpara, insistimos en acercarnos, acercarnos, acercarnos...

2 comments:

Israel Piña said...

Sin esas moscas suicidas la vida sería muy aburrida y más embustera de lo que es. Estoy seguro de que todos, absolutamente todos, tienen al menos un motivo para electrocutarse una y otra vez. ¿A poco no es divertido sentir cómo la descarga te tira desde los huevos (u ovarios para que las feministas no la hagan de pedo)hasta la nuca? Es, cómo te diré, un calorcito que te crispa de una manera tan pero tan dulce que te envicias sin planearlo. Ánimo, Cuevas, el punto está en no negar nuesto "azul eléctrico" predilecto. Y me voy, no escribo más, porque lo mío, lo mío es la cascada.

Juanita Alimaña said...

seee el hombre es el único animal que tropieza con la misma piedra dos veces (acá a la usanza refranera de la agüe)...el problema radica que al dejarse enceguecer por una luz, pos ya no verás más allá; a lo más, miles de destellos permanecerá en tu cabecita pero dejarás pasar otros brillos.